Impulsemos un gobierno para el pueblo

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La buena voluntad, aunque esencial, no es suficiente para enfrentar los retos que atraviesa el Perú, tras un periodo de gobierno que nos encuentra social y políticamente más separados que unidos. En una época en donde la crisis de liderazgo ha minado la confianza ciudadana en nuestras instituciones, resulta imperativo recuperar no solo la confianza en la democracia, sino también la capacidad operativa de entregar resultados desde el Estado.

Gobernar no debe ser un acto espontáneo, producto de las circunstancias de la política, sino una tarea bien pensada que requiere vocación y, sobre todo, pericia. Lo que tenemos que hacer es recuperar el gobierno para el pueblo.

Nuestro país ha sido testigo de cómo, en los últimos tiempos, sucesivos gobiernos han fracasado en ofrecer respuestas concretas a las demandas ciudadanas. La razón principal, además de la persistente corrupción, es también la ausencia de liderazgos preparados para gobernar.

Nuestra clase política se ha nutrido, en demasiados casos, de representantes sin formación adecuada, sin experiencia en la administración pública y, peor aún, sin una visión de largo plazo. Esto no es solo un defecto del sistema político, sino también de la cultura ciudadana que a menudo privilegia, como decíamos en una columna anterior, el voto “en contra de”, en lugar de la apuesta consciente “a favor de”.

Votamos más con el hígado que con el corazón y la razón. Es momento de cambiar ese estándar. Debemos apostar por un gobierno compuesto por hombres y mujeres que no solo posean una integridad incuestionable, sino también las credenciales necesarias para liderar en sus respectivas áreas. Esto significa convocar a profesionales que hayan demostrado éxito y ética en sus trayectorias, ya sea en el ámbito académico, empresarial, social o técnico.

«Gobernar no debe ser un acto espontáneo, producto de las circunstancias de la política, sino una tarea bien pensada que requiere vocación y, sobre todo, pericia. Lo que tenemos que hacer es recuperar el gobierno para el pueblo».

Un verdadero salto cualitativo implica trascender las fronteras partidarias.

La política no debe ser el refugio de quienes no encuentran cabida en otras esferas, sino el espacio donde converjan los mejores. La experiencia internacional nos ofrece ejemplos valiosos: países que han logrado consolidar instituciones fuertes y democracias funcionales lo han hecho incorporando a sus mejores cuadros técnicos y profesionales en la gestión pública.

En nuestro caso, ello requiere un compromiso activo de todas las fuerzas políticas por priorizar la calidad sobre la cantidad, el contenido sobre la forma. También, por cierto, es fundamental un cambio en la mentalidad de los ciudadanos.

La democracia no solo se construye desde el ejercicio del voto, sino desde la exigencia constante de rendición de cuentas y resultados. Stuart Mill dijo que el éxito de una democracia depende de la altura moral e intelectual de sus ciudadanos. Si queremos gobiernos competentes, necesitamos también una ciudadanía crítica y vigilante, dispuesta a respaldar proyectos políticos serios y responsables.

Como me enseñó Fernando Belaunde Terry, construir un gobierno requiere el llamado de sus mejores hijos, un plan consensuado y ejecutado por personas íntegras y capacitadas.

A mis 77 años, sigo pensando en la posibilidad de un Perú que apuesta por salir adelante. No hay forma en que no estemos de acuerdo en impulsar la minería, la agricultura, la pesca, el turismo y la industria.

Es hora de apostar por una alianza entre todos los sectores que compartan un compromiso real con el desarrollo del Perú. Solo así podremos cerrar la brecha entre el querer y el saber hacer, y darle al país el liderazgo que merece.

Rememorando a Lincoln, construyamos un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo… con los mejores.

Publicado en el diario Expreso, 14 de enero de 2025

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Categorías: Columna de Opinión
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