Hemos postulado que las fuentes básicas de la riqueza son el conocimiento y el trabajo, y que el ingreso generado por estas fuerzas se distribuya equitativamente. Entonces, la competencia en el mercado no solo será de productos y marcas, sino de conocimientos y calificación técnica.
Entendamos que lo económico es un componente básico de lo social y que ambos constituyen pilares de lo humano. Por eso, debemos invertir en el saber de los que menos tienen y en ciencia y tecnología, para que nuestro país sea más competitivo.
Esos fundamentos los he promovido a lo largo de mi ejecutoria privada y pública y son los que he puesto en práctica y en los que me reafirmo una vez más.
«La sociedad emprendedora a la cual aspiramos requiere recursos humanos bien formados y dispuestos a asumir nuevos roles en escenarios cambiantes. Obviamente, en el contexto de un sistema que premie la iniciativa y la creatividad».
Los siguientes son los objetivos por los que debemos trabajar en forma permanente, y sin desmayo, para llegar a ser plenamente un país de emprendedores:
Fortalecer y mantener el sistema social de mercado, donde el Gobierno democrático e institucional se sustente en el imperio de la ley para garantizar la estabilidad política y social del país.
Realizar una profunda y duradera reforma del Estado para que facilite la iniciativa privada e influya en una acción ejecutiva gubernamental eficiente y descentralizada.
Sustentar un crecimiento económico sostenido mediante el acondicionamiento del territorio, el uso racional de los recursos naturales, la captación y movilización del capital y la tecnología de avanzada.
Alcanzar el progreso y bienestar de las familias y comunidades marginales a través de la inversión social y de programas que reporten el mejoramiento de los cultivos y de la ganadería.
Pacificar totalmente el país: esto significa promover el valor de la paz y erradicar la violencia en todas sus formas. La seguridad es vital para los desempeños económicos.
Ya que la política debe responder a las preocupaciones reales de las personas, necesitamos, en consecuencia, políticos que sintonicen con estas inquietudes sin prejuicios ideológicos y hallen soluciones a través de medidas factibles y diseñadas correctamente.
Las políticas gubernamentales no solo deben responder a un equilibrio entre las necesidades sociales y las necesidades económicas, sino también al desafío de crear las condiciones para que los negocios existentes prosperen y otros puedan establecerse.
En ese marco, no debemos dudar en promover valores empresariales, como los conceptos de eficacia, innovación, competitividad y alto rendimiento, pues de esta manera alentamos una mentalidad positiva y un espíritu emprendedor en todos los niveles de la sociedad.
La sociedad emprendedora a la cual aspiramos requiere recursos humanos bien formados y dispuestos a asumir nuevos roles en escenarios cambiantes. Obviamente, en el contexto de un sistema que premie la iniciativa y la creatividad.
Tomado del libro “Perú. País de emprendedores” de Raúl Diez Canseco Terry
El recurso humano y los talentos humanos que la.conforman, son los pilares fundamentales de una organización, sin éstos no funciona y cuando los cimientos que forman estos pilares están fortalecidos desde las bases con los que crearon la organización (dueños y ejecutivos), es decir sus constructores, la organización es sana y todos apuntan a fortalecerla comprometidos, en algunas ocasiones cuando hay grietas, todos hechan la mano para reforzarlas.
Mg Franz La Torre
Prof.TP EPG USIL