Reflexiones y retos para un 2025 con esperanza

retos y reflexiones para el 2025

Hoy es el último día del año y es necesario repasar, aunque sea de manera sucinta, pero reflexiva, lo que nos deja este 2024 y lo que nos plantea como retos que debemos superar en el corto plazo. A nivel internacional, dos conflictos armados de alta intensidad siguen marcando la agenda global y, lo que es peor, ensombrecen las esperanzas de un futuro inmediato más estable. Si algo nos ha enseñado este periodo es que la guerra, lejos de resolver los problemas que pretende enfrentar, solo profundiza las heridas y desvía la atención de los desafíos más urgentes que afectan a la humanidad.

La guerra en el Oriente Medio, pese a los destacados esfuerzos de los organismos multilaterales y las iniciativas diplomáticas, ha alcanzado cifras desgarradoras: más de 45 mil muertos. En el continente euroasiático, Rusia y Ucrania siguen peleando por un posicionamiento geopolítico que nos hace volver a la época de la Guerra Fría, pero con un potencial de armas mucho más destructivo. Este enfrentamiento no solo ha provocado devastación en ambos países, sino que también ha generado un ambiente de tensión permanente entre las potencias occidentales y Moscú, alimentando el fantasma de un conflicto que podría desbordarse más allá de las fronteras regionales.

En la región latinoamericana, aunque no enfrentamos guerras, estamos atrapados en un estancamiento preocupante en cuanto a la reducción de la desigualdad, la creación de empleo y el aumento del crimen organizado y la corrupción. Con algunas excepciones valiosas, el crecimiento económico promedio de América Latina no superó el 2.2% en 2024. Sin inversión extranjera y con climas políticos enrarecidos y una debilidad institucional, será difícil atender las demandas sociales y económicas de la región.

En el caso peruano, si bien cerraremos el 2024 con un crecimiento de algo más del 3%, nuestros desafíos no son menores. La confianza ciudadana en la política se encuentra gravemente erosionada, y esto demanda un esfuerzo decidido por alcanzar consensos que permitan la estabilidad y el progreso. De cara a 2025, es fundamental trabajar en una agenda común que trascienda las diferencias partidarias y se mantenga como una hoja de ruta, independientemente de quién gane las próximas elecciones generales.

El futuro no está escrito, pero tampoco se escribirá solo. El año que viene representa una nueva oportunidad para asumir con responsabilidad lo que la ciudadanía espera de todos nosotros: unidad en la diversidad y compromiso con el desarrollo nacional. Los organismos internacionales, las grandes potencias y la sociedad civil deben redoblar esfuerzos para promover el diálogo, la cooperación y la paz social.

Dejemos atrás este gris 2024 y construyamos un 2025 diferente, que nos permita mirar con optimismo un futuro mejor. Como ciudadanos del mundo y de nuestra región, tenemos la obligación de exigir un cambio de rumbo, uno que permita a las generaciones venideras vivir, sin tener que dejar su país para buscar oportunidades fuera de sus fronteras.

Si algo queda claro es que el futuro de la Patria estará siempre en nuestras manos, pues todos tenemos una Misión Perú que cumplir en pro de un país más justo, democrático, desarrollado, con educación de calidad y con valores. Aprovecho estas líneas para saludar a las familias del Perú, que día a día se labran un porvenir con esfuerzo, trabajo y sacrificio. Un abrazo para todos y trabajemos juntos para encarar este 2025 con esperanza y confianza de un mañana mejor para todos.

Publicado en el diario Expreso, 31 de diciembre de 2024

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Categorías: Columna de Opinión
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