Raúl Diez Canseco: «El Perú necesita invertir en educación»

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Entrevista de la revista Embajador

Raúl Diez Canseco Terry, ex primer vicepresidente de la República, fundó uno de los más prestigiosos emprendimientos educativos del país: la Corporación Educativa San Ignacio de Loyola.

La revista EMBAJADOR conversó am­pliamente con Raúl Diez Canseco, quien sostuvo que hace falta un Es­tado más visionario que facilite los avances en tecnología. Mostró su compromiso de trabajar incansablemente por el futuro del país, dándole un fuerte impulso a la educa­ción. Afirmó que se encuentra en el cami­no de enamorar y continuar conociendo al Perú, antes de lanzar alguna candidatura.

¿Cuál es su opinión sobre la educación pe­ruana en todos sus niveles? ¿Existe algún progreso en los últimos diez o quince años?

Creo que sí ha habido mucho pro­greso. Este tema ha estado en agenda en los últimos gobiernos. El primero que habló sobre la educación al encuentro del educando fue Fernando Belaun­de, quien —en su segundo gobierno— anunció el Quinquenio de la Educación.

En la época de Alejandro Toledo, se duplicó el sueldo de los maestros; en el Gobierno de Alan García, se evaluó e inició la capacitación a los maestros y se crearon los colegios de alto rendimiento; y en el Gobierno de Ollanta Humala se lanzó el programa Beca 18, que fue en busca de los talentos jóvenes de extre­ma pobreza. Esta gran iniciativa —que aplaudo de esa gestión— llegó a becar a 60,000 chicos competitivos.

Creo que todavía el Perú no toma nota de la gran transformación que se viene, porque cuando esos jóvenes regresen a sus provincias la van a transformar en de­sarrollo humano, económico y social.

Durante la ceremonia de los cincuenta años de la USIL recordó la ubicación rezagada del Perú en el Ranking de Competitividad Digital 2018? ¿Cómo revertir esta situación?

El tema de la educación, de la trans­formación digital y la cuarta revolución industrial es la gran alianza que tiene que existir entre la empresa privada y el Esta­do, en todos sus niveles. Hoy en día da la impresión que estuviéramos enfren­tados, porque el exceso de regulación en la educación hace que instituciones como la nuestra se demoren más de un año en la prueba del SUNEDU (Su­perintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria) para inscribir una nueva carrera. Y eso no significa que no deban existir los controles y las exigen­cias de la calidad de la excelencia, pero creo que tiene que ser en simultáneo.

Tenemos que pensar que el Perú vive en un mundo global sin fronteras. Y así como hay que mejorar la calidad de la educación en los niveles de aba­jo, también hay que promover mayor competencia en los niveles superiores.

Lo que nos explica sobre este exceso, ¿se relaciona con la demora en la carrera de Me­dicina de la USIL?

Ha pasado un año y hasta el día de hoy no dan la autorización. Lo más la­mentable es que dicen: “necesitamos que cumplas con tales o cuales requeri­mientos”, pero no es así. Hasta ahora los reglamentos los siguen cambiando, plan­tean exigencias de laboratorios que ni la propia (universidad) Cayetano los tiene.

Somos un país que queremos entrar a la OCDE y no hay suficiente cantidad de médicos. La medicina más moderna y trascendente es aquella que, en la es­pecialización, considera a la prevención. Si tú te das cuenta, cada vez hay más casos de cáncer en el Perú y enfermeda­des que antes no teníamos, y es por falta de prevención. No existe una política de prevención y es ahí donde la USIL quiere orientarse a una carrera tradicional de los siete años y con todas las exigencias.

Usted realizó un periplo por Asia. ¿Cuáles son las lecciones aprendidas?

La gran transformación de Asia, como Singapur o Corea del Sur, está en la edu­cación. China, inclusive, en la época de Mao estaba totalmente cerrada; la gran transformación comienza con Deng Xiao­ping cuando habla de “un país, dos siste­mas”, y comienzan a traer toda la tecnolo­gía del mundo. Hoy los millones de chinos que salen a estudiar al mundo, particular­mente a los Estados Unidos, con el requi­sito de retorno a su país, te hacen ver que la mayor inversión que están haciendo los países del Asia es en la educación.

Nosotros deberíamos tomar concien­cia de que la variedad y la diversidad que tenemos en el Perú nos pueden permitir dar un salto cualitativo.

Educación, pilar para la paz

El Perú necesita una agenda de paz. ¿Qué sugeriría para lograrla?

Creemos que para poder tener paz en el Perú debemos tener igualdad de oportunidades. Para entenderlo está aquel mensaje, que podría ser hasta bíblico, del presidente (Fernando) Be­laúnde: “la única manera de construir riqueza en un país como el Perú, es la justa y equitativa distribución del conocimiento”. ¿Quieres paz? Edu­ca a tu gente, y dale las oportunida­des. Y a eso habría que agregarle el pensamiento oriental: “no le regales el pescado, enséñales a pescar”. La ignorancia es el mayor problema que enfrentan los pueblos.

¿Cómo ve el desarrollo económico del país? Por un lado dicen que el ruido político afec­ta, por el otro las Cámaras Binacionales di­cen que todo está normal…

El ruido político aquí y en cualquier parte del mundo te va a afectar siempre, porque el mundo es un pañuelo. Ya no hay ni fronteras en los capitales. Siempre he visto y pensado que los capitales son lo más cobarde que hay, porque ahí donde hay un problema o dificultad salen corrien­do. Al lado de eso tenemos a un país que tiene unas ventajas competitivas y com­parativas maravillosas, que hacen que aún con un poco de ruido político siempre vengan las inversiones. Pero las inversio­nes de largo plazo necesitan estabilidad económica, política y social. ¿Y cuáles son las inversiones de largo plazo? Las carreteras, los aeropuertos, los puertos, la ampliación de la frontera agrícola, etc.

En su concepto, ¿cuál es el motor de pro­greso del Perú?

Su gente. Lo que más vale de Perú no son sus ríos, sus mares, sus bosques ni sus cumbres, sino su gente, que es la que le da el sabor a todo ese conjunto. Siem­pre he sostenido que en los últimos treinta años la macroeconomía estuvo en azul, pero cuando vemos el desarrollo humano o la calidad de vida, estamos jalados. No hemos avanzado. A pesar de que se ha reducido la pobreza, hay mucho por hacer.

Coyuntura internacional

¿La asunción de los presidentes de Mé­xico y Brasil configura una nueva reali­dad geopolítica?

México ha dado un paso atrás, o en todo caso está en una etapa de mucha observación. Van a revisarlo todo y esto puede significar un atraso en el desarro­llo de sus grandes acuerdos con Estados Unidos y Canadá. Brasil ha dado un paso gigantesco adelante, porque el presiden­te quiere abrir su país al mundo y priva­tizar una serie de empresas. Y, por su­puesto, va a luchar contra la corrupción, que es lo más grave en América Latina. Es un coloso que está despertando con mucho furor y va a dar mucho que hablar.

¿Qué opinión tiene de los mandatarios Donald Trump y Vladimir Putin?

Trump es un presidente sumamente vigoroso, fuerte y tiene claro a dónde quiere ir con el tema internacional. En cuanto al desarrollo competitivo res­pecto al comercio exterior americano, sí podría haber un retroceso muy pe­ligroso porque su mensaje es “Améri­ca para los americanos”. Pero no se da cuenta de que si bien su país tiene más de 300 millones de habitantes, el mundo tiene 7,500 millones y lo que debe hacer EE. UU. es seguir liderando el desarrollo comercial del mundo. Si vamos a una tendencia proteccionista comercial en el mundo, eso sería un retraso muy grave e inclusive para el desarrollo tecnológico. Putin vive una “apertura”, pero muy perfeccionista.

Fortalecimiento de partidos

A muchos políticos les faltó actuar con prin­cipios y ética y la población desconfía de ellos. ¿Cómo recuperar a la política?

Recordando que en el Perú ha ha­bido gente honesta, como Fernando Belaunde, que fue presidente en dos oportunidades; o Valentín Paniagua, un año en la transición. Estuve en Tru­jillo y Chiclayo y les dije a la población: “cómo ha mejorado la agricultura de la costa. Si hubiera venido hace cin­cuenta años, solo habría arenales tras arenales, desiertos tras desiertos”. Be­launde tuvo la propuesta de gobierno que había que teñir de verde el arenal y lo que ves ahora no son arenales sino obras, consecuencia de las irri­gaciones que se hicieron en la costa y ahora el Perú exporta de todo. Hemos aumentado potencialmente las expor­taciones agroindustriales.

Después tienes a Luis Bedoya — que el 20 de febrero cumple cien años de vida honrada—, dos veces alcalde, ministro, presidente de un partido que fue cogobierno con Belaunde. Vas a su casa y te encuentras con una senci­llez que te estremece. Por lo tanto, sí se puede gobernar con honestidad y honradez. Tenemos que fortalecer la educación, porque los valores se co­mienzan a desarrollar en los colegios y ahí existe un deterioro muy grande.

Los peruanos también desconfían de los partidos, que están en franca decadencia, ¿habrá resurrección o habrá que inventar otro vehículo para llegar al poder?

El primer reto del Perú es fortalecer los partidos políticos, pero no esos que son vientre de alquiler, que aparecen y desparecen en las elecciones. Cuando no hay una filosofía o un ideal que los une, suceden situaciones como lo visto en el Congreso en estos últimos tiempos.

Acción Popular llegó al Parlamento con cinco congresistas y siguen siendo cinco. Su ideal y su filosofía siguen sien­do los mismos. Lo que falta en el Perú es formación política. Y esto es una agenda pendiente en las universidades.

¿Por qué la gente confía en el salto al vacío que significan los outsiders?

Porque el peruano tiene que apren­der a tener buena memoria y no elegir al que habla más bonito, sino al que tiene mayor representatividad. Ade­más, porque los partidos políticos —y ahí incluyo a Acción Popular— están entendiendo de que hay que innovar, renovarse y abrirnos sin miedo a las nuevas generaciones. Eso sí lo hemos entendido. Tenemos un Jorge Muñoz en la alcaldía de Lima, y si analizas la lista de regidores de Acción Popular su edad promedio es poco más de trein­ta años. Esa es la gente joven, y me da mucha ilusión porque pienso que el cambio generacional va a vitalizar el país y va a evitar a los outsiders. La gente tiene que darse cuenta de que votar por un outsider es votar al vacío, por un candidato que no tiene compro­miso ni ideales; no tiene amor por lo suyo, sino por lo ajeno.

Acercamientos a una candidatura

¿Cuál es la contribución de Acción Popular al país?

Viendo lo que está pasando en el mundo, primero tendrías que ver que la democracia significa participación, libertad de expresión, liderazgo, crea­tividad, convocatoria, propuesta. El presidente Belaunde en el año 1963, cuando estaba en el Gobierno, lo pri­mero que dijo fue: “los últimos serán los primeros”. Hay muy pocos que re­cuerdan que las elecciones municipa­les que existen en el país son obra de él, porque los alcaldes eran digitados. Y si vamos un poco más en la historia, solamente votaban los que pagaban impuesto. La elección por voto secreto universal fue establecida por el presi­dente Belaunde en el año 1963.

En los años ochenta, cuando se res­tablece la democracia, todos los medios de comunicación estaban confiscados. Cuando Belaunde llega a Palacio ex­presó: “No dormiré una sola noche en Palacio, si no devuelvo los medios a sus legítimos dueños”. Hay que mirar el gesto en función de la libertad de ex­presión, esencia de la democracia.

¿En cuanto a infraestructura?

Belaunde fue un visionario y enten­dió que un país sin infraestructura no iba a ningún lado. Proyectó la carre­tera Marginal de la Selva, que integró y amplió la frontera agrícola. Además, fue una persona que se daba cuenta que había que ampliar los sistemas de irrigación y construir las carreteras, los aeropuertos y los puertos. El Ae­ropuerto Internacional Jorge Chávez lo hizo Belaunde, lo mismo ocurrió con los puertos de Paita, Salaverry e Ilo.

Él siempre pensó que la única ma­nera de sacar al país es mirándolo hacia adentro. También decía que la manera de defender una frontera no era armarla, sino hacerla viva. Y son tareas que todavía están pendientes. Belaunde le dio al Perú la plataforma de despegue de todo lo que estamos disfrutando el día de hoy.

Hay analistas que consideran que usted va a ser candidato a la presidencia, ¿Cuándo lo va a anunciar?

El tema es mucho más profundo que eso. El presidente Belaunde me enseñó que primero tienes que conocer, anali­zar, enamorar, convocar; y después que has hecho ese camino, puedes propo­ner. Y estoy en ese camino, que no lo inicié hoy, porque ya tengo 71 años. He caminado muchísimo de la mano del presidente y de Violeta. Y también solo, porque fui vicepresidente de (Alejandro) Toledo, en la época que yo digo “Toledo el bueno”. Lo que aprecié en esa época fue un peruano andino con numerosos hermanos, bien formado en universida­des americanas y con buenas ideas. ¿En qué momento se metió el diablo en el camino? No solo me afectó a mí, sino a millones de peruanos.

De otro lado, fui el que buscó a Jorge Muñoz en su momento. Yo no lo formé, él era un alcalde exitoso, había ido con otro partido, y estaba sin agrupación en ese momento y lo convencimos. Me siento muy gratificado y ahora hay que apoyarlo claramente. Si tú en la vida ha­ces las cosas en función de tu perso­na, pierdes credibilidad y valor. Eso no significa que no esté con los ojos bien abiertos, mirando al Perú, enamorándo­lo y aprendiendo de mi país.

Fuente: Revista Embajador N.° 13

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