La frase cumple este 20 de enero sesenta y un años desde que fue pronunciada por el presidente John F. Kennedy en su discurso de investidura, pero sigue siendo un potente llamado a la reflexión y acción: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”.
En esos momentos Estados Unidos tenía aún encima los estragos de la Segunda Guerra Mundial y necesitaba que toda la sociedad se movilizara en la reestructuración del país. Esto excedía la capacidad de movilizar solo la economía o depender solo de la voluntad del Gobierno.
Poner en marcha un país pasaba primero por empoderar a todos los estratos sociales, especialmente a los más jóvenes que son siempre la fuerza del cambio. Cuando la desconfianza se acrecienta y la inversión huye, lo que queda es la sociedad y su fuerza de trabajo. Sin ese esfuerzo adicional no hay forma de echar andar la economía, integrar la sociedad, ni demandar responsabilidad al Gobierno.
“No te preguntes qué puede hacer tu país por ti” es un llamado de atención a quienes se enfrascan solo en la crítica, que demandan resultados inmediatos sin proponer nunca nada. “Qué puedes hacer tú por tu país” es, en cambio, el llamado del líder a compartir el desafío de desarrollar el país empezando por cada uno de nosotros.
El país somos todos. No es posible que para salir adelante pensemos solo en una parte de la ecuación, es decir en la responsabilidad del Estado. El otro lado de la ecuación del desarrollo no depende de nadie más, sino de uno mismo.
Qué estamos haciendo para generar más puestos de trabajo. Qué estamos haciendo para producir más y exportar. Qué estoy haciendo para ser hoy un mejor maestro. Qué estoy haciendo para ser un mejor estudiante, un mejor juez, un mejor policía de tránsito. En suma, qué estamos haciendo para salir adelante.
En el día a día se juega el futuro de nuestro país. Por eso necesitamos ciudadanos más comprometidos consigo mismo y con su familia. Si lo hacen estarán más comprometidos con su país. El éxito está en avanzar con responsabilidad en cada una de las cosas que hacemos.
El país como país debe seguir creciendo económicamente; pero nosotros como personas tenemos también la obligación de seguir creciendo como seres humanos. Los desafíos son inmensos como para quedarnos sin hacer nada.
Todos somos necesarios: el trabajador del campo y el de la ciudad, el empresario, el profesional, el técnico, el emprendedor, el estudiante. Todos aquellos que contribuyen día a día a construir un Perú más próspero. Y en lo político, cuando nos preguntemos qué está pasando que no hay unidad en las fuerzas democráticas, preguntémonos también qué estamos haciendo cada uno de nosotros para construirla.
Fuente: Diario Expreso