Es la capacidad de una persona para realizar diferentes tareas en un ambiente digital. Esta habilidad incluye la competencia para localizar, investigar y analizar información, así como para ser capaces de elaborar contenidos y diseñar propuestas a través de medios digitales.
Es decir, es una nueva forma de comunicación, de creación y comprensión de la información y, al mismo tiempo, nos permite aplicar estos nuevos usos para hacer que nuestra vida mejore, seamos más productivos y eficientes en ella.
Por cierto, la alfabetización digital tiene varios niveles que van desde saber enviar un correo electrónico, comunicarse por WhatsApp y publicar en Instagram, hasta usar la tecnología para mejorar nuestra vida o ser más eficientes e incluso la creación de contenidos digitales propios.
El alfabetismo digital es muy necesario a toda edad. Se trata de adquirir las habilidades necesarias para ser competente en el uso de las nuevas tecnologías y ello nos permita comunicarnos. Cada persona debe partir con las mismas oportunidades a la hora de acceder al mundo digital y en un entorno en el que todo funciona con internet, la Internet de las Cosas (IdC). Quien no esté alfabetizado digitalmente no podrá avanzar a la misma velocidad que el resto.
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La formación profesional y el empleo
A los niños y jóvenes ya se les considera la “generación smartphone”. Sus primeros contactos con un dispositivo móvil ocurren desde que son bebés, y poseen un teléfono de última generación con conexión a internet. Además de que esta es una herramienta esencial en su formación académica, muchos jóvenes y adolescentes ya usan las nuevas tecnologías para crear contenidos propios –sobre todo en las redes sociales– y blogs donde expresarse, subir fotografías a Instagram y videos a TikTok, YouTube o Twitch.
La alfabetización digital también está pensada en los adultos. En tales casos se puede hablar de realfabetización, en la que se renuevan conceptos y competencias vinculadas con el mundo digital.
En muchas profesiones se requiere de un reciclaje continuo porque las empresas están en constante cambio para ser competitivas y tener presencia activa en la internet mediante la promoción de productos en las redes sociales, la venta online o la captación de datos de los clientes para hacer campañas personalizadas. Por esa razón, la adquisición de competencias digitales en los adultos desempleados facilitará su inserción laboral y aumentará las opciones de ascender para los profesionales en actividad o de lanzarse a la aventura de emprender en el mundo online.
«Cada persona debe partir con las mismas oportunidades a la hora de acceder al mundo digital y en un entorno en el que todo funciona con internet».
Los individuos pertenecientes al grupo de la tercera edad tampoco pueden ser excluidos de la alfabetización digital. Todos ellos necesitan tener las destrezas suficientes para ser autónomos y no depender de sus hijos o nietos a la hora de interactuar con la Internet de las Cosas para encender la televisión, atender una videollamada o sacar dinero de un cajero. Aprender algo nuevo cuando se tiene una edad avanzada aporta satisfacción y eleva la autoestima. Por ejemplo, durante el confinamiento, muchos han aprendido a usar los dispositivos móviles para mantener el contacto con sus familiares y no sentirse solos en ningún momento.
Las escuelas, los institutos y las universidades apuestan por una educación en que las TIC estén presentes y con la que se impulse la creatividad, la innovación y la participación de los alumnos desde edades tempranas. Gracias al e-learning, los menores pueden tener un aprendizaje transversal de las materias, trabajar de manera autónoma y despertar su curiosidad, al permitir el acceso a información ilimitada, sin barreras geográficas.
A pesar del tono positivo que acompaña a muchos comentarios sobre la revolución digital, también puede interpretarse como una interrogante sin respuesta, por ahora, de las oportunidades transformadoras que presentan dichas tecnologías en el campo de la educación.
Tal como se utilizan hoy, las plataformas digitales se ajustan, en su mayoría, a propósitos que promueven metas comerciales y el ocio a través del acceso, control y uso de miles de millones de datos personales. No obstante, este no debería ser el destino de las poderosas tecnologías digitales actualmente disponibles.
Es indispensable la creación de un entorno digital más flexible y abierto que permita dotar de herramientas a los educandos de toda edad para darle sentido al extenso océano de informaciones y conocimiento que se encuentra apenas a unos clics de distancia.
Tomado del libro “Educación con futuro. Libertad y valores”, de Raúl Diez Canseco.
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