A comienzos de 1998, después de una conferencia en la Universidad Nacional de San Martín en Tarapoto, unos jóvenes se me acercaron y protestaron:
“Muy bien todo lo que dice amigo Raúl, hicimos todo lo que indica, pero llegado el momento no encontramos financiamiento porque no tuvimos nada que empeñar. Pese a todo logramos realizar nuestra empresa y ahora queremos crecer. ¿Qué hacer?”, me preguntaron con interés.
Escuché sus observaciones y les pedí visitar su emprendimiento que estaba a la salida al sur de Tarapoto. Se llamaba “Nutriselva”, y era una empresa que elaboraba harina de plátano para venderla luego en escuelas y centros infantiles como complemento alimenticio. Me sorprendió cómo habían logrado hacer realidad su sueño de la empresa propia. Merecían el apoyo de la comunidad empresarial. Merecían la confianza de los bancos.
Entonces me vino a la mente una pregunta: ¿por qué no identificar a empresarios que creen en el potencial de la juventud? Entonces nació el programa “Crear para crear” con Pro Bienestar y Desarrollo (PROBIDE) como su cimiento institucional.
El proyecto contó con el valioso apoyo de empresas e instituciones líderes del Perú y con la con la participación de connotados profesionales, además de instituciones cooperantes de varios países.
Con el decidido apoyo de los líderes empresariales logramos organizar el primer concurso dirigido a más de 45 mil jóvenes que participaron en las conferencias, seminarios y charlas de difusión.
Gracias a Dios, prendimos la chispa de la creatividad en más de 1500 jóvenes que presentaron 453 proyectos en el ámbito nacional, los cuales pasaron por varias etapas de selección y evaluación. A la etapa final ingresaron 103 proyectos. De ellos, 32 obtuvieron avalas de las empresas auspiciadoras.
PROBIDE, a través de su programa emblemático “Creer para crear”, puso desde entonces en valor el concepto de capital de riesgo como fuente de apoyo para proyectos empresariales y oportunidades de inversión en todos los sectores. Era toda una nueva forma de emprender.
Desde el año 1988 en que fue creado, el programa organizó cinco concursos en los que se presentaron más de cinco mil proyectos, ayudando a conseguir garantías ante las financieras y los bancos, que colaboraron con 132 pequeñas empresas, la mayoría de ellas del interior del Perú.
Las empresas que nacieron de este proyecto funcionan con éxito en 15 regiones y dan trabajo a más de 500 personas de manera directa y a más de mil de manera indirecta. Además, se movilizaron a decenas de miles de jóvenes universitarios y profesionales, convencidos de que sus sueños pueden materializarse en verdaderos proyectos empresariales.
Raúl Diez Canseco Terry. El arte de emprender, segunda edición, Universidad San Ignacio de Loyola. Lima, 2013.