Las cifras de pobreza del INEI son de espanto. Más de 9 millones y medio viven en esa condición. En el área urbana la pobreza llega a 26.4%, y en el área rural a 39.8%. No hay tiempo que perder. Debemos ayudar a la gente a salir de la pobreza. Hacerlo con la gente del campo implica impulsar el binomio gastronomía-agroexportación. Más agua, mejores tierras y más capitales frescos.
En los últimos veinte años hemos dado el salto de US$ 500 millones a US$ 10 mil millones en exportación de productos agrícolas. Si queremos realmente impactar globalmente, y ayudar a nuestra gente a salir de la pobreza necesitamos enganchar la agricultura familiar a la locomotora de la agroexportación.
Miremos lo que pasa en México. Este país exporta US$ 53 mil millones en productos de la tierra: US$ 2,500 millones en tomate, US$ 2,500 millones en palta y US$ 2,400 en frutos rojos. Además de US$ 5,100 millones en cerveza y 3,800 millones en tequila. No hay restaurante en el mundo que no importe los productos agrícolas y bebidas mexicanas.
El turismo gastronómico debe ser una política de Estado. No solo un arte culinario, sino también una oportunidad para despertar el campo, de la mano de la identidad y cultura. Tenemos 21 tratados de libre comercio con diversos países del mundo que nos permiten mirar con optimismo el mercado internacional.
Piura e Ica son hoy un emporio agroexportador. Chavimochic, Olmos y Chinecas ampliarán la frontera agrícola y ojalá también diversifiquen y democraticen la propiedad de la tierra. El Puerto de Chancay dinamizará el agro de Cañete, Huaral y Chancay. Tenemos todo para seguir creciendo.
«El turismo gastronómico debe ser una política de Estado. No solo un arte culinario, sino también una oportunidad para despertar el campo, de la mano de la identidad y cultura».
Por lo pronto, desde la academia, hemos hecho esfuerzos para formar el recurso humano: nuestros chefs han sabido llevar la tradición culinaria a nuevos horizontes, explorando la fusión de ingredientes locales con técnicas vanguardistas, lo que ha generado un interés creciente en la alta cocina internacional.
Nos falta estabilidad política y un Estado promotor de la inversión privada. Por nuestra parte, seguiremos formando los profesionales y técnicos que necesite el sector. Seguiremos promoviendo nuestros productos bandera regionales. Y seguiremos conectando al país con el mundo, abriendo mercados y oportunidades.
Promover la exportación de productos agrícolas peruanos e internacionalizar la cocina peruana es una tarea conjunta que requiere el compromiso y la colaboración de todos los actores involucrados, desde los productores hasta los chefs, las autoridades gubernamentales y la academia. Solo así podremos aprovechar todo el potencial que una buena mesa tiene para ofrecer al mundo.
Hemos conquistado paladares alrededor del mundo. Lo que nos falta ahora es seguir la ruta de México: incorporar a sus pequeños y medianos agricultores a la gran cadena de la agroexportación gastronómica. Con una política sostenida en este tema –estoy seguro– reduciremos la pobreza en el campo.
Por supuesto que nada de esto será posible si antes no construimos en el país la estabilidad política necesaria para atraer las inversiones e invertir en salud y educación, infraestructura y seguridad. Ningún país desarrolla con inestabilidad y una lucha descarnada entre los poderes del Estado.
Artículo de opinión publicado en Expreso el 14 de mayo de 2024