Por Raúl Diez Canseco Terry (*)
Recorrer el país es, a no dudarlo, una fascinante aventura, más allá de los propósitos políticos. Sus cordilleras y quebradas, sus valles y desiertos, sus playas, ríos y lagunas. Sus diversos climas, la altura, los vientos… y principalmente, su gente, todo ello constituye un abanico de posibilidades único en el mundo.
Por ello, cuando nos propusimos recorrer el país, siguiendo en parte la huella de Fernando Belaunde, lo que intentamos encontrar fue, fundamentalmente, inspiración y aprendizaje, lo que logramos con amplitud.
En aquel recorrido previo a las elecciones presidenciales de 1995, ganamos experiencias maravillosas y sobre todo lecciones sólidas que emergen solo del contacto directo con la gente y con la realidad del país.
Uno de los lugares que visitamos durante nuestra extensa gira fue el río Amazonas. Navegábamos apresuradamente por sus aguas color barro rumbo a la capital de Loreto, tras alejarnos del encantador distrito de Pebas. La tarde era fresca por la lluvia tropical y la floresta imponente en ambos lados del majestuoso Amazonas.
El paisaje era extraordinario. “Sería feliz si los peruanos pudieran conocer estas maravillas del Perú”, pensé mientras contemplaba el panorama y recordaba nuestra reciente visita a diversas comunidades nativas de la selva que nos muestran una excepcional variedad de expresiones culturales.
Fue ese el momento en que decidí escribir, una vez concluida nuestra campaña electoral denominada “pueblo por pueblo”, una especie de memoria que refleje de manera fidedigna el itinerario de la misma. Era diciembre de 1994 y habíamos recorrido por tierra, aire y río, buena parte de nuestro territorio. Entonces, dedicamos nuestro tiempo postelectoral a plasmar en este libro todo lo que aprendimos del Perú, de su paisaje, de su gente y sus posibilidades.
Mi pretensión al escribir este libro fue inquietar a la juventud peruana a estudiar y a conocer su país, una tierra de múltiples y grandes contrastes, cuya herencia cultural se proyecta al mundo con luz propia.
Sumergirse en el Perú y escudriñar las raíces comunes que existen entre los pueblos o las diferencias que los separan es, después de todo, una experiencia inolvidable y fascinante que vale la pena plasmar y transmitir.
(*)Tomado de Hablemos del Perú. Testimonio de un candidato. Raúl Diez Canseco Terry, Lima, 1996.