Por: Raúl Diez Canseco Terry *
Nuestro partido, Acción Popular, acaba de cumplir 66 años y nos encuentra en una encrucijada que debemos resolver. O rescatamos la vida partidaria, renovamos su liderazgo y recuperamos el accionar decente que nos enseñó el presidente Fernando Belaunde o sucumbimos ante la prebenda, la corrupción y el divisionismo.
No es un mal solo del partido, sino de la democracia en general, que es azotada por una crisis de representación institucional, de desconfianza de parte de la ciudadanía y de polarización radical en el discurso que busca empatar con el estado de ánimo decaído, frustrado e impotente de un sector mayoritario de la población afectado por la crisis económica, la pandemia y el hambre.
De nada vale consolarse en la debilidad general de la democracia para explicar los problemas que tenemos en casa. Sin embargo, también es verdad que las malas acciones de unos pocos —que llegaron a última hora al partido— no pueden borrar 66 años de historia. Los hombres pasan, pero las instituciones quedan.
Allí están las represas construidas a lo largo del país, que explican el crecimiento de la agroexportación; los miles de kilómetros de carreteras y puentes de integración y penetración en costa, sierra y selva; la electrificación del país; las viviendas sociales que se construyeron para los más pobres y para la emergente clase media —sin manchas de corrupción—; el trabajo solidario con las comunidades campesinas a través de Cooperación Popular; y tantas obras que han contribuido a desarrollar el país.
Esa es la esencia de Acción Popular, porque para gobernar no solo hay que ser decente, sino eficiente. Lo que hemos visto en los últimos tiempos en nuestra organización es el mal accionar de algunas personas que han defraudado el ideal del partido olvidándose de que si algo nos ha mantenido vivos hasta hoy es ese pensamiento de suma y no de resta, de visión de futuro, de integración nacional, de análisis permanente y de propuestas de solución al país que le permitió a Fernando Belaunde gobernar dos veces, sin acuerdos bajo la mesa.
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Reflexionemos sobre nuestro rol como organización política. Si queremos que el partido nos trascienda, que se proyecte en el tiempo, que vuelva a ser ese pilar de sostenibilidad y de esperanza para el Perú tenemos que comenzar nosotros mismos a estudiar seriamente cómo recuperamos a Acción Popular. En lo inmediato, debemos respondernos ¿cómo queremos fortalecer la estructura partidaria?: ¿Nos vamos a una reinscripción general? ¿Cómo nos fortalecemos para las próximas elecciones nacionales? ¿Cómo nos prepararnos para dirigir los destinos del país y resolver sus problemas actuales? Superemos las corrientes internas, las pugnas y las desavenencias que le hacen daño al partido.
En lo personal, considero que debemos volver a nuestras raíces, recuperar nuestros ideales: integración territorial y social, vivienda, energía y agua, tierra productiva, educación, atención primaria de salud, libertad, democracia, Estado y mercado, respeto a los derechos ciudadanos, decencia y docencia para gobernar.
Que este 66 aniversario sea el punto de quiebre entre los auténticos acciopopulistas y aquellos que ocasionalmente vinieron a visitarnos y no practican los mismos ideales. Desterremos de una vez por todas los intereses personales y pensemos en el Perú.
Los peruanos necesitamos hoy más que nunca construir nuestro futuro en democracia y libertad. Acción Popular tiene un rol protagónico en ese proceso. Pero para eso tiene que estar más fuerte que nunca, lo que solamente lograremos si los auténticos correligionarios nos juntamos para sacar el Perú adelante.
* Ex primer vicepresidente del Perú. Ex secretario general nacional de Acción Popular.
Fuente: Diario Expreso, columna de opinión, martes 12 de julio de 2022