A siete meses de la realización en nuestro país de la Cumbre APEC 2024, que reunirá a 21 líderes de las más grandes economías del Asia Pacífico que representan dos tercios del PBI global y más del 50% del comercio mundial, es necesario hacer un balance de lo avanzado y ajustar las líneas a fin de no desperdiciar este momento clave para volver a colocar a nuestro país en el foco de la atención mundial.
El foro internacional demanda movilizar al Perú en torno a un solo objetivo: recuperar el liderazgo del país y volverlo a colocar competitivamente en la escala internacional. Como lo hicimos los peruanos cuando nos visitó el Presidente George W. Bush. Nos unimos todos en un solo objetivo: demostrar que el Perú es un país seguro que atrae inversiones. Eso exige de toda nuestra clase política madurez y responsabilidad.
El hecho que APEC se haya descentralizado e involucre reuniones ministeriales en Arequipa, Cusco, Pucallpa y Trujillo es una oportunidad inmejorable para sensibilizar y trabajar desde ahora con estas regiones. El ejecutivo debiera convocar a los gobernadores alcaldes y fuerzas vivas de estas regiones (empresarios, academia) e impulsar planes APEC 2024, que incluyan el desarrollo de las respectivas marcas regionales como se hizo antes con la Marca Perú.
Iniciar un plan de trabajo para definir y aprobar Marca Arequipa, Marca Cusco, Marca Pucallpa y Marca Trujillo permitiría involucrar a todas las fuerzas productivas de estas regiones en el desarrollo su marca-identidad, un elemento que ha demostrado su potencialidad en la vigencia de la Marca Perú desde el 2011.
Lo que busca una marca regional es que se identifique en el país y en el extranjero como un destino turístico deseable, además de una fuente de productos y servicios de exportación de calidad, y como un lugar donde pueden hacerse buenas y rentables inversiones.
Las regiones necesitan mostrar el enorme potencial que tienen así como la diversidad que ofrecen en su oferta productiva y en sus atractivos gastronómicos, culturales e históricos.
La Cumbre APEC no puede ser solo la reunión de líderes globales que discuten materias mundiales encerrados en un cuarto. Como bien ha señalado el Canciller González-Olaechea, es la oportunidad de acercar APEC al ciudadano, de hacerle vivir que el Perú está integrado económica y comercialmente con el mundo.
La actual coyuntura nacional exige que hagamos el esfuerzo por abrir las puertas de este foro internacional para cumplir con uno de los propósitos nacionales que se tiene, como es el empoderamiento y la participación y encadenamiento de las PYMES.
Nosotros desde la academia venimos trabajando para incentivar a los jóvenes a conocer todos los aspectos que involucra que el Perú haya sido designado por tercera vez en la historia de la APEC, como organizador de este magno evento.
En resumen, la APEC no puede ser solo un foro económico de empresarios, debe ser también un foro social en el que participen de manera organizada, reflexiva y activa, las organizaciones productivas, sociales, juveniles, estudiantiles, que son la reserva moral de un país, con un propósito: implementar una hoja de ruta que nos permita mejorar la calidad de vida de los peruanos al aprovechar ser miembro de uno de los foros económicos más importantes del planeta.
Los beneficios económicos son incuestionables y tangibles. Pero hay un beneficio inmaterial adicional que los peruanos debemos aquilatar, esto es, la reputación internacional de nuestro país como una nación que ofrece confianza, seguridad y oportunidades para quienes quieran invertir en el país. Una vez más la APEC es una oportunidad para unirnos.
Columna de opinión publicada en el diario Expreso, 16 de abril de 2024
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