AP: volver a empezar

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Por varios motivos, el partido está en una etapa de crisis que debe resolverse para salvar su papel ante la historia. Congresistas de Acción Popular son investigados por presuntamente formar parte de una red criminal y ofrecer sus votos en favor del Gobierno a cambio de obras públicas y puestos de trabajo.

El problema no acaba con su expulsión. La tarea de reconstruir el partido es mayor. Y necesita que recuperemos nuestras raíces, nuestros principios, nuestra dirección. Debemos volver a empezar.

En principio, conocidos los resultados electorales regionales y locales, debemos preguntarnos por qué el partido no pudo tener candidatos en todas las jurisdicciones. Hemos perdido Lima y las tres regiones, así como las alcaldías locales que ganamos en el proceso anterior.

En la capital de la República ni siquiera logramos tener un candidato metropolitano y solo alcanzamos a inscribir listas en 23 de los 42 distritos, y en 7 de las 25 regiones. ¿Qué ha pasado? ¿Quién es responsable de esta debacle?

Debemos reconocer que los accipopulistas no hemos logrado, tras la partida de nuestro fundador, nuclear y renovar nuestra dirigencia organizando y motivando a las bases. Por el contrario, hemos sido invadidos por un grupo disidente apartado de los postulados de AP que ha desviado ideológicamente al partido, generando confusión y parálisis institucional, lo que afecta el desarrollo de cualquier institución.

Pero, tanto o más grave que las triquiñuelas legales para enquistarse en el poder, el mayor daño moral al partido, sin duda, lo constituye la inconducta de los llamados Niños. Al pactar por ventajas y negociados con el Gobierno, estos malos acciopopulistas han manchado y traicionado el legado de honor que nos dejó el presidente Fernando Belaunde Terry. Lo mejor que puede pasar es sincerar la representación de AP en el Congreso y legalmente llamar a los accesitarios, separando de una buena vez la paja del trigo. Ningún acciopopulista que traicione los ideales del partido debería seguir representándolo.

Belaunde simboliza lo que hoy no tiene la política: decencia y docencia para gobernar. Recordemos que el presidente constitucional de la República entró a la política desde la academia. Primero fue profesor en la UNI y luego maestro de todos los peruanos. Enseñó no solo con la palabra, sino con sus obras. Fue el arquitecto del nuevo Perú que construyó carreteras, colegios, hidroeléctricas y hospitales para el pueblo.

Hoy corresponde a los accipopulistas honrar su memoria con el ejemplo. Nos toca a todos reflexionar con una mano en el corazón en qué nos equivocamos para estar donde estamos hoy. El pueblo nos está lanzando una señal: que asumamos la reconstrucción del partido. Que no dejemos que se desvíe de sus postulados de centro. Un congreso extraordinario para enfrentar la crisis y reestructurar la organización política en todos sus niveles de dirección sería no solo conveniente, sino urgente.

Fuente: Diario Expreso, columna de opinión, 18-10-2022

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