La Pascua de Resurrección nos deja una de las imágenes más poderosas de la tradición cristiana: la piedra removida del sepulcro. Ese acto, simbólico y trascendente, representa la superación de los ciclos de muerte y estancamiento. También puede leerse como una metáfora de transformación: remover aquello que nos impide avanzar, y abrir paso a una nueva etapa de vida y propósito.
Desde esta perspectiva, todos, en lo personal, debemos remover la piedra que nos impide volver a la vida. El Perú debe también remover la piedra que le impide salir adelante. Una piedra que no está hecha de rocas, sino de fragmentación política y desconfianza ciudadana. Una piedra que impide el despertar de un país con inmenso potencial, pero atrapado en ciclos repetitivos de crisis y desencanto.
A pocos meses de unas nuevas elecciones generales, el país enfrenta una cifra inédita: 43 partidos políticos inscritos oficialmente para competir. Nunca antes, en toda nuestra historia republicana, se había registrado una dispersión electoral de tal magnitud. Lejos de representar una auténtica pluralidad democrática, este exceso revela un sistema que se ha desbordado y que ha perdido su capacidad de ordenar, priorizar y construir una representación efectiva.
«El Perú debe también remover la piedra que le impide salir adelante. Una piedra que no está hecha de rocas, sino de fragmentación política y desconfianza ciudadana».
Sartori, uno de los grandes teóricos de la democracia moderna, advertía que “la fragmentación extrema de los partidos no amplía la democracia, la pulveriza”. Cuando el voto se dispersa en decenas de opciones, no solo se dificulta la formación de mayorías estables; también se debilita la conexión entre el elector y su representante. El sistema se vuelve ingobernable, y con ello, la democracia se vacía de contenido real.
En el grupo de reflexión Peruanos de Estado, discutimos recientemente la necesidad de ajustar los tiempos y mecanismos electorales a la nueva realidad del Congreso bicameral. Se propuso, por ejemplo, que la primera vuelta presidencial sirva para identificar a los dos o tres partidos más votados, y que en la segunda vuelta se elija no solo al presidente, sino también a los diputados y senadores dentro de ese espectro reducido. Esta fórmula, polémica y disruptiva, ofrecería mayor gobernabilidad al Ejecutivo y reforzaría la coherencia entre el mandato popular y el accionar legislativo.
Pero el tiempo —una vez más— nos ha ganado. Con las mismas reglas de ayer, sin primarias generales, y sin que por el momento se sienta el impulso necesario para la construcción de alianzas estables, el Perú enfrentará una de las elecciones más complejas de su historia reciente.
Más de 9 mil candidatos competirán por los votos para ocupar cargos en la presidencia, el Congreso, el Senado y el Parlamento Andino. ¿Cómo distinguir propuestas viables de candidaturas oportunistas en medio de tanta sobreoferta? ¿Cómo elegir con responsabilidad sin que el exceso de opciones termine desinformando o desmotivando?
Mientras reflexionaba sobre estas preguntas, llegó una noticia que detuvo el tiempo: el fallecimiento del Papa Francisco. Se fue un pastor que encarnó los valores del Evangelio con humildad, valentía y compromiso. Un líder espiritual que supo dialogar con el mundo sin perder su esencia.
Tuve el privilegio de reunirme con él en cuatro oportunidades, como aquella vez en la Plaza San Pedro en 2019, cuando compartí con él mi preocupación por el Perú. También fui testigo del fervor que generó su visita a nuestro país en 2018, cuando cinco mil estudiantes de la Universidad San Ignacio de Loyola lo recibimos con fe y esperanza en la Plaza Mayor.
Francisco nos enseñó que el poder debe ejercerse desde el servicio, y que la fe auténtica se traduce en acción concreta, sobre todo al lado de los más necesitados. Se despidió un día después de bendecir la Pascua. Como si, habiendo cumplido su última misión, pudiera partir en paz. Que su memoria nos inspire a remover nuestras propias piedras, y que su ejemplo de coherencia y entrega nos ayude a despertar, como nación, a una nueva vida.
Publicado en Expreso, martes 22 de abril de 2025
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Acertado análisis de la coyuntura y despedía de nuestro Papa Francisco. El Perú necesita de todos. Dios ilumine a nuestros potenciales representantes en toda la patria.