Con vistas al 2050, la pedagogía debe basarse en la cooperación y solidaridad, desarrollando las capacidades de estudiantes y docentes para trabajar juntos. El cómo aprendemos debe estar determinado por el porqué y el qué aprendemos.
Un compromiso esencial con la enseñanza y los derechos humanos es generar oportunidades para que las personas aprendan unas de otras, valorando las diferencias de género, religión, raza, identidad sexual, clase social, discapacidad, nacionalidad, entre otras.
Respetar la dignidad humana implica enseñar a pensar de forma independiente, no qué o cómo pensar. Esto requiere un aprendizaje participativo, colaborativo, de resolución de problemas, interdisciplinario, intergeneracional e intercultural. Las prácticas pedagógicas resultan de experiencias, reflexiones y estudios que deben reformularse continuamente para responder a las necesidades del presente y el futuro.
Aprendizaje colaborativo orientado a resolver problemas
Toda pedagogía es una relación. El triángulo pedagógico entre alumnos, profesores y conocimiento debe concebirse en un mundo más amplio, lo que exige pedagogías que nos ayuden a aprender en y con el mundo, y a mejorarlo.
Es crucial entender la importancia de lo que compartimos y las interdependencias que nos conectan con los demás y el planeta. Esto implica reflexionar sobre lo existente y lo que podemos construir, reconociendo que tanto docentes como estudiantes tienen el derecho y la capacidad de generar conocimiento conjuntamente.
El mundo continuará cambiando, presentando nuevos problemas y oportunidades para estudiantes y profesores. Juntos deben investigar y construir saberes a través de un aprendizaje colaborativo orientado a resolver problemas, buscando soluciones viables e imaginativas.
Por ejemplo, a principios del siglo XXI se integraron disciplinas relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Recientemente, se añadió la letra «A» por las artes, creando el término STEAM, que engloba también la creatividad y el diseño. La inclusión de las artes ha enriquecido la educación basada en ciencias con habilidades como el pensamiento crítico, el diálogo y la empatía.
Esta integración ha cobrado mayor relevancia. Según el Buró de Estadísticas Laborales de EE. UU., los empleos STEM crecerán un 8% hacia 2029. Empresas globales como Bayer invertirán en educación STEM, y Toyota ha aportado 1 millón de dólares para el desarrollo de estos programas en universidades estadounidenses.
Centrarse en problemas y proyectos compartidos significa priorizar el estudio, la investigación y el desarrollo colectivo. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce la necesidad de enfoques convergentes ante los problemas que enfrentamos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4.7 subraya que los estudiantes deben adquirir conocimientos y competencias para construir futuros sostenibles en un mundo cada vez más interdependiente. De cara al 2050, fomentar estas capacidades es crucial.
Tomado del libro “Educación con futuro. Libertad y valores” de Raúl Diez Canseco Terry
Lea aquí extractos del libro “Educación con Futuro. Libertad y valores“