Artículo de opinión de Raúl Diez Canseco Terry*
Las inundaciones y desbordes de ríos que vive el país son la prueba más reciente del fracaso de la descentralización. Se entregó a las regiones competencias y presupuesto sin la preparación adecuada de sus recursos humanos y ahora vemos los resultados: pistas sin drenaje, carreteras que se hunden y puentes que se caen.
El problema no es de dinero, sino de gestión. Las regiones y las municipalidades no tienen la capacidad técnica y gerencial para asumir este tipo de obras de infraestructura. Estamos en guerra contra la inclemencia del tiempo. Y en la guerra se necesita de los mejores.
Somos un país tropical que cada cierto tiempo, invariablemente, soporta un fenómeno de El Niño o La Niña, que nos visita y nos devasta. ¿Estamos acaso condenados a vivir empantanados en el lodo de la incapacidad? Por supuesto que no. Tenemos que hacer una reingeniería en el Estado y centralizar la planificación y la ejecución de la inversión pública.
Para ello se debe unificar el Ministerio de Economía y Finanzas con los ministerios de Transportes y de Vivienda para que en una sola entidad se asuma la tarea de centralizar la inversión y descentralizar el impacto de las obras de infraestructura que necesita el país.
Al descentralizar presupuestos y unidades de ejecución lo único que hemos hecho es dividir la ineficiencia y la corrupción en los gobiernos subnacionales. La Contraloría General de la República está llena de expedientes de investigación sobre mala ejecución, inacción o corrupción en miles de obras mal hechas que dilapidan el recurso de todos los peruanos.
Nunca más los peruanos debiéramos pasar por la calamidad que significa el fenómeno El Niño, alteración climática recurrente que no hemos logrado dominar por no atacar sus causas. Lo primero que debemos cambiar, si queremos hacer cosas diferentes, es cambiar de mentalidad.
En los últimos cinco siglos hemos tenido por lo menos 120 fenómenos El Niño. El de 1982-1983 generó pérdidas por 3,283 millones de dólares en la economía peruana (11.6 % del PBI). El de 1997-1998 causó daños estimados de 3,500 millones de dólares (6.2 % del PBI). Y el de 2017 nos costó más de 4 mil millones de dólares.
El cambio climático es irreversible. Todo se repite año a año y con mayor intensidad. Los ríos aumentan su caudal cada vez más y las quebradas que se activan son siempre las mismas. Este ente ejecutor que integra al MEF y a los ministerios de Transportes y de Vivienda debe ser una autoridad empoderada, ejecutiva, transversal, que enfrente en planes quinquenales los efectos del cambio climático que hoy desbordan al Estado.
Tenemos en el Perú los técnicos y profesionales necesarios. Se tiene que replantear el manejo de las zonas costeras y de una vez por todas encauzar los ríos, empezando por los más importantes. El 60 % de los 227 ríos más grandes del mundo tienen tratamientos de canalización o embalses. Ecuador viene trabajando con China un plan estratégico al 2024 para solucionar el problema de las inundaciones. No hay razón para que nosotros no hagamos lo mismo.
¡Basta de reconstruir obras que las inundaciones destruirán nuevamente! Asumamos de una vez que el cambio climático nos pasará factura cada vez más seguido. Nunca más el país de agua y lodo que vemos a diario. Nunca más la incapacidad y la corrupción. Si queremos resultados diferentes, empecemos por hacer cosas diferentes.
*Artículo de opinión publicado en Expreso, martes 21 de marzo d 2023.
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