Por Raúl Diez Canseco Terry*
Las elecciones municipales y regionales del domingo último nos pintan un nuevo panorama político: disperso, variopinto, dominado por movimientos locales y regionales, casi sin partidos nacionales.
No es inusual, es lo que hemos tenido desde que se inició el proceso de descentralización y que dos décadas después conviene repasar en qué nos equivocamos para tener hoy 25 regiones y más de 1,800 distritos que atomizan la gestión pública cuando de lo que se trata es de todo lo contrario.
Tenemos una autoridad distrital por cada 20 mil pobladores, lo que vuelve difícil, sino imposible, la coordinación sectorial y nacional. Recordemos que la propuesta de regionalización que planteó el presidente Fernando Belaunde Terry en los ochenta estableció con claridad avanzar hacia la formación de 12 regiones en el país. El siguiente gobierno creó cada una de esas doce circunscripciones, pero el autogolpe de 1992 quebró ese proceso para dar paso a la formación de los Consejos Transitorios de Administración Regional con funcionarios nombrados y no elegidos.
El 2001 se decidió impulsar un nuevo proceso de descentralización teniendo como base los departamentos, pero con la finalidad de que en el camino se constituyeran gobiernos regionales por afinidad, vía referéndum. Esto, lamentablemente, nunca sucedió y así llegamos a lo que tenemos hoy: gobiernos subnacionales inconexos, débiles, sin capacidad técnica ni recursos humanos para enfrentar los problemas urgentes en salud, educación, infraestructura; como quedó evidenciado durante la pandemia.
La descentralización ha fracasado por incapacidad de gestión y por una rampante corrupción. Hoy, el 40 % del presupuesto general de la República está en manos de los gobiernos regionales. Desde el 2007 a la fecha, por canon minero y regalías, se han transferido más de S/ 75,000 millones a las regiones. En lo que va de este año la cifra ya bordea los S/10,000 millones.
Según la Contraloría, el año pasado se perdieron S/ 24,000 millones por corrupción en los gobiernos subnacionales. Esto significó una pérdida de 10.4 % del presupuesto a nivel del gobierno central, 21.9 % en los gobiernos regionales y 13.9 % en los gobiernos locales.
Lamentablemente, no existe en las instancias subnacionales de gobierno competencias ni políticas de Estado. Existe desorden, inoperancia, patrimonialismo y corrupción. No por gusto en una reciente encuesta el 54 % de los peruanos señaló que la corrupción es el principal problema y amenaza que perciben los peruanos (Proética, 2022).
Es el Perú que tenemos. Y por el que debemos seguir trabajando, sin descanso. Tenemos nuevas autoridades elegidas por el pueblo a las que habrá que pedirles que trabajen pensando en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. El país necesita orden, eficiencia y honestidad. Y una activa participación ciudadana para fiscalizar, pero también para participar con propuestas que mejoren la calidad de la función pública.
Y en lo que a Acción Popular se refiere, es la hora de cambiar, regresar a los orígenes y separar la paja del trigo. No hay otra si queremos seguir existiendo.
*Publicado en el Diario Expreso, martes 4 de octubre de 2022.