Entrevista de Ekos Negocios a Raúl Diez Canseco Terry
Una adversidad lo hizo emprendedor desde muy joven. Convencido de que la única forma de erradicar la pobreza es distribuir el conocimiento, lidera uno de los grupos educativos más grandes del país.
El emprendedor nace por necesidad y se hace por oportunidad, comenta Raúl Diez Canseco Terry, líder de la Corporación Educativa San Ignacio de Loyola y abanderado del emprendedurismo en el país, recordando sus inicios en el mundo de los negocios. Y es que el despido de su padre de la gerencia general de la fábrica de galletas Fénix durante la toma ilegal de las empresas del grupo Prado a inicios del gobierno de Juan Velasco Alvarado en 1968, llevó al entonces joven universitario a emprender su negocio educativo, a la vez que mantenía sus estudios de economía en la Universidad del Pacífico. Esa fue la semilla de la posterior academia preuniversitaria San Ignacio de Loyola.
Con el apoyo de los padres jesuitas de las instituciones donde hizo sus estudios escolares y universitarios, Diez Canseco pudo pasar de la enseñanza individual a la grupal, lo cual le permitió crecer. “Lo bonito de esta historia es que se da esa situación de la necesidad y la oportunidad. Yo supe aprovechar la oportunidad ante una necesidad”, afirma. De esta forma, Diez Canseco rememora cómo una crisis financiera familiar lo llevó a ser un emprendedor en los duros tiempos de la dictadura militar.
Hoy en día tiene 17,000 alumnos en la Universidad San Ignacio de Loyola y presencia en Arequipa y Cusco, además de tener instituciones educativas en los Estados Unidos (Miami) y en Paraguay. También ha sido pionero en el negocio de las franquicias.
Los factores del éxito
Reflexionando si el emprendedor nace o se hace, Diez Canseco identifica varias capacidades existentes en el emprendedor pero subraya que hay cuatro factores determinantes para el éxito en la vida: “Lo primero es la convicción: si tú no tienes seguridad sobre lo que quieres en la vida y no estás convencido de lo que quieres hacer ¿por qué los otros creerán en ti?, se pregunta, “Creer para crear, creer para crecer”, agrega como lema.
Como la convicción no es suficiente, el segundo factor del éxito es la pasión. “¿Qué es lo que hacemos cuando nos hemos enamorado de alguien y no nos da bola? ¿Decimos qué importa o comenzamos a maquinar cómo conquistarla? Mando flores, una carta, hablo con el amigo, comienzo a perseguirla hasta que la conquistamos. Esa misma pasión debes ponerla cuando te planteas una meta”, explica coloquialmente.
A la convicción y pasión, el empresario afirma que hay que ponerle “garra”. Al respecto, explica que detrás de todas las historias de éxito de los grandes hombres “hay historias de fracasos que las fuiste amalgamando y lo convertiste en el éxito que buscabas” señala. Y por último, dado que el éxito no depende de la suerte, este depende de la constancia, que es el cuarto factor de éxito.
En su discurso, reflejado en su libro El arte de emprender, enraizado en el mundo real y que lo ha llevado por diversas ciudades del mundo. Así, esta publicación ha sido en la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing (China), así como en Francia y los Estados Unidos. Igualmente sus ideas han sido expuestas en importantes escenarios como el reciente Foro Mundial de Líderes, organizado por la Alianza Global de las Pequeñas y Medianas Empresas (GASME) en año pasado en China.
Emprendedurismo en acción
Habiendo promovido el emprendimiento en el país, Diez Canseco reconoce que la interacción con los jóvenes le ha permitido perfeccionar su prédica y diseñar programas específicos ante las necesidades de la gente. Un claro ejemplo de ello fue el programa “Creer para crear”.
Al respecto, el empresario recuerda que tras dictar su charla sobre emprendedurismo en la Universidad de San Martín, en Tarapoto, dos jóvenes le hicieron ver que aún con una buena idea, los emprendedores no tenían acceso al financiamiento. Estas mismas personas, motivadas por su discurso, lograron convencer a uno de los personajes más ricos de la región para avalar su proyecto de implementación, una planta de harina de plátano. Ello les permitió obtener un préstamo que previamente les fue negado.
Tomando en cuenta esta experiencia, Diez Canseco diseñó el programa “Creer para crear” el mismo que presentó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y ha conseguido una donación de US$ 1 millón. Con esos recursos, más los aportados por empresas peruana y multinacionales líderes en el país, constituyó una fiduciaria para avalar estos emprendimientos de manea que puedan obtener préstamos del sistema financiero a menores costos.
Si bien la fiduciaria ya no opera, pues el acuerdo con el BID era por diez años, el empresario recuerda que logró comprometer a empresas como IBM, Microsoft, Coca Cola, Graña y Montero, Integra y al desaparecido Grupo Wiese y a grupos económicos como Romero y Wong. El resultado de esta iniciativa fue más de 200 emprendimientos avalados. Además de un aval, el programa implicó el acompañamiento y apoyo a la gestión de esto nuevos negocios, lo cual se canalizó a través de la Universidad San Ignacio de Loyola.
Aporte educativo y social
Como un ejemplo palpable de la influencia de su tío, el expresidente Fernando Belaunde, Diez Canseco recuerda que él le enseñó que “la única manera de distribuir la riqueza en países emergentes era la justa y equitativa distribución del conocimiento. Es decir, si quieres eliminar la pobreza, tienes que estudiar” hoy rememora.
Con esa enseñanza en mente, Diez Canseco se entusiasma cuando recuerda la presencia de 700 jóvenes de la zona del VRAEM pertenecientes al programa Beca 18, quienes están estudiando en la USIL. “Tenemos ashánincas a los que se les enseña español e inglés, lo mismo con los mashiguengas” cuenta. “Ese mestizaje del que hablaba Fernando Belaunde lo veo en USIL todos los días” afirma con orgullo.
PERFIL
Se inició en el mundo de los negocios en 1968 enseñando matemáticas a escolares, para luego fundar la academia San Ignacio de Loyola en 1970, iniciando así la Corporación San Ignacio de Loyola.
En la década de los ochenta, constituyó el Instituto San Ignacio de Loyola (1983), el colegio San Ignacio de Recalde (1985) y el colegio San Ignacio de Loyola en Paraguay (1987). Paralelamente, fue pionero de los negocios de fastfood, inaugurando la cadena Kentucky Fried Chicken en 1981 a la que le siguieron Pizza Hut (1982), Burger King (1993), Chili’s (1996) siendo además el primer emprendedor en traer el concepto de delivery al país.
En 1995 fue cofundador de la Universidad San Ignacio de Loyola, trajo la franquicia Junior Achievement un año después, para luego abrir la Escuela de postgrado de la USIL, en 1998. En el 2005 inauguró la Escuela de chefs que luego dio paso al restaurante escuela Don Ignacio y a la pastelería Di Patisseri. Su apuesta culinaria lo llevó a abrir San Ignacio College en Miami. Más recientemente abrió sus puertas la Escuela de chefs en Lima norte.