Por Raúl Diez Canseco Terry
Que un hombre nacido en las comunidades indígenas y en extrema pobreza haya llegado a ser presidente de la República, desde donde proclamó la educación primaria como obligatoria y gratuita, aprobó la secundaria para las mujeres y se preocupó por abrir instituciones de educación superior, es un caso extraordinario y emblemático.
Sucedió en México, con Benito Juárez, el gran reformador de la educación de su país.
Juárez se dio cuenta de que la Educación es no solo el camino del aprendizaje, sino de la auténtica libertad. “Libre, y para mí sagrado, es el derecho de pensar. La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”, refirió el gran político mexicano.
Pensaba en este gran estadista de mediados del siglo XIX en México, en una conversación que tuve esta semana con Aníbal Gaviria, el gobernador de Antioquia, Colombia, a quien debo el título de esta columna. “Educación se escribe con E de Equidad”, me dijo el joven y muy dinámico gobernador, reflexionando sobre su propio trabajo en pro de la formación, capacitación y preparación para la vida que viene desarrollando al frente del pujante Estado colombiano.
Sin saberlo, el gobernador sintetizaba una frase que hace muchos años se la escuché decir al presidente Fernando Belaunde cuando sostenía que “la única manera de distribuir riqueza en un país pobre como el Perú es la justa y equitativa distribución del conocimiento”. Es decir, erradicar la pobreza a través de una buena educación.
En un país tan desigual como el que tenemos la manera más justa de equilibrar la cancha de las oportunidades es, en efecto, siendo equitativos en la calidad de educación que ofrece el Estado a los ciudadanos. Pero, en lugar de avanzar hacia la ansiada equidad de oportunidades, cada vez nos alejamos más. Ahora que las clases presenciales están por empezar en los colegios públicos se aprecia el estado calamitoso en el que se encuentran muchas escuelas, no solo en las regiones del interior, sino en las zonas periféricas de la capital.
La Contraloría General de la República emitió esta semana un informe en el que da cuenta de que al menos el 50% de los colegios públicos tiene problemas de infraestructura y carecen de servicios básicos. Más de 6 mil escuelas de primaria y secundaria, con una población de más de 1 millón 134 mil alumnos, fueron auditadas.
Cajamarca, Junín y Arequipa se encuentran entre las regiones con mayores problemas.
La pregunta es ¿Cómo estarán las 82,461 escuelas públicas que existen en todo el país? El gobierno actual debió prever esta situación y desplegar un plan de refaccionamiento y acondicionamiento de estos colegios en los primeros meses de gestión. Más aún teniendo al frente a un profesor de escuela primaria. El resultado, sin embargo, es triste: el 86.5% de los colegios no cuenta con servicio telefónico, 55.6% tiene déficit en mantenimiento de servicios higiénicos, 51% carece de internet, 17% no tiene retretes y 12% son colegios sin agua. Ningún plan de educación a distancia o de mantención de medidas de higiene básicas puede funcionar en esas condiciones.
Benito Juárez se dio cuenta de este valor y del poder de una buena educación, después de todo, él mismo fue un hombre instruido, cultivado, transformado por la educación. Él creó escuelas especiales para niños sordomudos, escuela de leyes, de medicina, de minas, de agricultura, de bellas artes, de comercio. Creó fondos e impuestos especiales para el sector educación, poniendo en práctica que Educación se escribe con E de Equidad.