Inició su vida empresarial hace 45 años. En momentos de crisis, el joven Raúl dictaba clases en el salón parroquial de la Iglesia de Fátima a un pequeño grupo de adolescentes que intentaban ingresar a la universidad. Hoy su oficina ocupa el piso diez de uno de los búnkers de la universidad que lleva el nombre del santo al que le reza cada noche: San Ignacio de Loyola.
Su corporación educativa lleva el nombre de un santo, en sus discursos siempre hace referencias religiosas, y en la dedicatoria de su último libro también menciona a Dios. ¿Tan creyente es?
Yo diría que soy un hombre de fe. Sin fe, y con la cantidad de pruebas que te manda la vida, ya hubiéramos sentido la derrota a la vuelta de la esquina, y capaz hubiéramos dejado de soñar. Soy un convencido de que uno envejece de verdad cuando deja de soñar y que uno debe de luchar no para ser famoso sino feliz.
¿En ningún momento de su vida se ha sentido derrotado?
No, pero me pasaron cosas tan inesperadas que me permitieron ver que a los verdaderos amigos los descubres cuando tienes grandes problemas y dificultades. Pocos, como yo, han pedido presenciar su entierro estando vivos. Cuando se tiene los problemas y las dificultades que tuve, la gente que verdaderamente te quiere es la que permanece a tu lado; los demás desaparecen.
Se refiere al momento de la renuncia a la vicepresidencia, a las acusaciones de tráfico de influencias, a las fotos con su actual esposa que se hicieron públicas…
Eso es parte ya del pasado pero afortunadamente para mí y la gente que me quiere y respeta, toda esa situación nebulosa fue ventilada y aclarada en las instancias judiciales. El mejor certificado que un hombre de bien puede exhibir es poder caminar con la frente en alto.
Supimos hace unos meses que inició los trámites para que la Universidad San Ignacio de Loyola tenga el titulo de universidad católica.
Sí, pero debo decirle que hace muchos años tenemos una capilla con nosotros y otra en el colegio, y aquí hemos hecho una labor pastoral y espiritual muy fuerte con nuestros trabajadores. Hemos casado gratis a muchos de ellos, a otros se les ha bautizado o confirmado, de modo que no llevábamos el nombre de católica, pero era intrínseco.
Se sabe que ese interés cuenta con la aprobación de Juan Luis Cipriani, ¿es muy amigo del Cardenal?
Al Cardenal lo conocí circunstancialmente cuando era candidato a la presidencia por Acción Popular y me fui a Ayacucho. Él era obispo ahí. Algún periodista le puso el micro, quizá esperando que diga algo en contra de mí, pero respondió que aunque no había tenido mucha relación conmigo, veía con muy buenos ojos que un joven aspire a la presidencia. Eso me halagó muchísimo. Además, Cipriani fue el confesor de mi tío Fernando Belaunde. Él lo acompañó horas antes de su muerte. Como comprenderás, yo le guardo un cariño muy grande al Cardenal, no tengo una amistad personal, pero creo que hizo una labor muy buena para el Perú en el tema de los rehenes…
Sobre la labor pastoral de Cipriani en la época fujimorista hay criticas muy duras y cuestionamientos
El Evangelio dice que el que está libre de pecado tire la primera piedra. Yo soy el menos indicado para calificar nada y menos a un sacerdote. Pueden decir lo que quieran, pero, dónde estaba Cipriani: en la zona más vulnerable en esa época…
¿Es cierto que trata que la USIL tome el lugar de la Pontificia Universidad Católica luego de los líos con monseñor Cipriani?
No, porque en el Perú también tenemos la universidad Católica Santa María de Arequipa o la Universidad Católica de Piura… y puede haber muchas otras. La única diferencia con el nombre es el afán de cultivar y desarrollar tu fe y tu identificación a los valores católicos.
Muchos pensarían que las empresas, las franquicias, las universidades le vinieron con el apellido compuesto. Usted comenzó dictando clases a preuniversitarios cuando tenia 20 años y en un salón parroquial que le prestaron los jesuítas
Mi papi, en paz descanse, siempre me decía “Raulito, los Diez Canseco somos como mala hierba”. Agarra la guía telefónica y no sé cuántas páginas de Diez Canseco tienes y la mayoría de familias no viene de cuna de riquezas sino de una clase media. Mi padre fue empleado público durante mucho tiempo, después estuvo en el sector privado a punta de esfuerzo, porque no tuvo estudios superiores. De modo que yo empecé desde cero. Yo de mi padre heredé sus valores y principios.
¿Siente que le ha ido mejor en lo empresarial que en lo político?
Yo diría que hubo vasos comunicantes entre ambos aspectos, porque, quién iba a decir que al final de su vida, una de las personas que más grabó en la mía fue Armando Villanueva, quien fue rival de Fernando Belaunde en los 80. Yo era de los que hablaban con Armando una vez por semana, lo saludaba como si fuera mi papá con un beso en la frente. Él me aconsejó mucho y, como gran peruano, comenzó a construir en su discurso que hay que buscar coincidencias, que el Perú no puede estar enfrentado y tiene que aprender a sumar.
¿Pero ha sido más exitoso el Raúl Diez Canseco político o el Raúl Diez Canseco empresario?
Eso te lo tiene que decir la gente que te quiere o la que no te quiere, pero sí te puedo decir que siendo vicepresidente del Perú tuve el honor de ocupar el despacho del Presidente muchas veces. He presidido Consejos de Ministros. De modo que no es que me sienta satisfecho, pero sí agradecido con el país por haber podido resolver problemas importantes.
El 95 usted tentó la presidencia y…
Bueno, es importante que recordemos que esa fue una candidatura de sacrificio para enfrentarse a la reelección de Alberto Fujimori. Yo era secretario general de Acción Popular y el presidente Belaunde me pidió que asuma esa responsabilidad, y lo hice.
A lo que voy es que, aunque fue el encargado del despacho, la presidencia fue un plato que no probó
Yo le quiero decir que cuando uno tiene la oportunidad de conocer las dificultades de su país y tiene alguna propuesta importante para que puedan cambiar las cosas, la única manera que tienes para lograrlo, si crees en la democracia, es desde adentro. Un día el presidente Belaunde me dijo: “Las cosas se pueden cambiar, pero para cambiarlas tienes que ser actor”.
Precisamente por eso, ¿usted volverá a ser actor en la politica?
No, yo creo que hay que tener la sabiduría de ver que hay otras generaciones maravillosas que pueden hacer el relevo y nosotros darle el soporte de toda la experiencia, toda la sapiencia. Además, soy de los que creen en el encuentro nacional y soy de los que han profesado siempre que el país tiene que unirse con los que creemos en la democracia, con los que pensamos en el mismo modelo económico, porque divididos viene alguien de atrás, sorprende a medio mundo y el país es el que pierde. Los que pensamos así no podemos decir: sí, pero detrás de mí.
¿Por eso ha dicho que espera que el 2016 “sea el año del encuentro”?
Sí, yo estoy seguro, si no el Perú puede perder todo lo que hemos avanzado.
¿De qué tipo de confluencia estamos hablando? ¿Quiénes serian los llamados a ser parte de ella?
Me refiero a las más increíbles e inimaginables, como una unidad la dirigencia entre el PPC, el Partido Aprista y de Acción Perú Posible también.
¿Y las izquierdas?
¿Por qué no? ¿Quiénes son los que estuvimos pensando que la revocatoria no era la herramienta adecuada? ¿No fuimos todos los que creíamos en la democracia? Casi todos…
No estuvieron el Apra ni Solidaridad.
Pero, ¿no es cierto acaso que cuando hay terremotos, desastres de la naturaleza o cataclismos en el Perú nos hemos unido todos olvidándonos de dónde venimos y pensando hacia dónde vamos? Bueno, yo pienso que si no queremos tener más sobresaltos en el Perú, tenemos que ir a ese tipo de unificación, y no pueden estar pensando cada uno de los líderes que ellos son los únicos que lo pueden hacer o que son los salvadores del Perú.
Hace unas semanas dijo, sin embargo, que el Perú se merece una presidencia de Lourdes Flores.
Mire, yo tengo la gran suerte de haber visto a Lourdes en otro perfil. Ella fue rectora de la universidad durante dos años. Lourdes es una persona impecable, de una honorabilidad intachable, que tiene un conocimiento del Perú maravilloso, pero ella sabe que para ganar una elección, el PPC solo no lo puede hacer. Yo la he escuchado a Lourdes decir, hace algunos meses, que sí es necesario conversar con el Apra para buscar un acuerdo nacional, que no tendría ningún inconveniente. Ese es el discurso del político que no piensa en las elecciones, sino en las futuras generaciones.
¿Y en esa lógica, quién encabezaría esa gran coalición?
Creo que quien la debe encabezar en su momento, que no es él ahora, será quien tenga la credibilidad, la llegada y la empatia en el momento cercano a la elección.
¿No necesariamente Lourdes Flores, entonces?
No, en la elección del 2016, no. Lourdes es una persona muy joven. Acaba de cumplir 50 años. Pero tenemos actores de 60 y de 70 años, de modo que ella si inteligentemente decide que espera al 2021, seguirá siendo joven.
Hace más de diez años, usted se alejó de AP para ser vicepresidente ¿Esa puerta no se volverá a abrir?
Yo fui a pedirle autorización a Fernando Belaunde. Yo tengo la carta en la que se me da la autorización. Cuando murió el presidente Belaunde, algunos dirigentes exigían que renuncie a mi posición política ante el gobierno para continuar en AP. Entonces, hice una declaración pública en la que decía que me alejaba. Algunos dirigentes aprovecharon eso para interpretarlo como mejor les parecía. Yo jamás renuncié a AP, ellos me sacaron del padrón. Si quisiera hacerles una demanda ante el JNE, se las gano en dos minutos.
Pero no lo ha hecho. ¿Por qué?
Porque si no te quieren los actuales dirigentes… ya vendrán otros.
Entonces tiene la esperanza de volver a AP en algún momento.
Parte de mi vida se la debo al presidente Femando Belaunde y yo no me sentiría bien militando en otro partido.
Pero usted si dijo que algunos a pristas se le hablan acercado, quizá no institucionalmente. ¿Por qué no decir quiénes si ellos mismos le pidieron nombres?
No, ese tema ya es página volteada. Ellos saben quiénes fueron. Yo tengo un gran respeto por el Apra, un gran cariño por Armando que está en el cielo y un gran respeto por Alan García, que fue un gran amigo del presidente Belaunde, un demócrata, cuando Violeta estaba delicada él era presidente y se preocupó mucho. Yo tengo una gratitud inmensa hacia él. A mí no me van a enfrentar ni con el Apra, ni con el PPC, ni con nadie, porque mi ilusión es ser uno de los ejes que puedan promover la unidad, no voy a ser el que la va a petardear.
Los políticos se unen por causas concretas, pero en un momento electoral las renuncias son menos.
Si en algún momento se vuelve a vivir lo que vivimos en el momento ese en que Fujimori se quiso quedar, verá a todos los que creemos en la democracia unidos para defenderla.
¿Hay algo que le hace pensar que ese escenario podría repetirse?
Nunca se sabe…
¿Le ha preocupado que el presidente Húmala convoque a Unasur para respaldar la elección de Nicolás Maduro en Venezuela?
Mi opinión, muy particular, es negativa sobre lo que fue el presidente Chávez. Creo que Chávez le hizo mucho daño no solo a Venezuela sino a nuestra querida América Latina, porque quiso imponerles a los países una agenda que no era democrática.
Hizo mal Ollanta Húmala, entonces, en viajar a su toma de mando.
Yo no soy nadie para decirle al presidente Ollanta Húmala qué tiene que hacer, pero creo humildemente que mejor hubiera sido que no fuera.
Esa situación le reaviva las preocupaciones sobre posibles influencias chavistas del Presidente?
No, yo creo que el presidente Húmala está haciendo un buen gobierno y que el Perú le puede dar más de una satisfacción. Es una persona muy joven y haciendo un buen gobierno, y sin cambiar nada, puede volver a ser presidente del Perú después de descansar un periodo. Creo que está haciendo maravillas como Beca 18, y pienso que no necesitan, ni él ni el Perú, de un acompañamiento que nos puede hacer daño o distraer de cuál es el norte democrático en el Perú.
Finalmente, en ese escenario de unidad que plantea, ¿estaría dispuesto a asumir algún cargo público?
No, porque ya lo tuve, ya sé lo que es y creo que mi función es, desde el sector privado, ayudar a fomentar la responsabilidad social de los peruanos y seguir trabajando en mejorar la educación.