¿Los emprendedores nacen o se hacen? Esta es una pregunta que me hacen a menudo, sobre todo los jóvenes de la generación que ha crecido de la mano con la tecnología digital, los móviles y las comunicaciones veloces y globales.
En respuesta a sus inquietudes he sostenido que los emprendedores nacen y que también se hacen. En el primer caso, son hacedores por oportunidad y en el segundo por necesidad.
¿Y el espíritu emprendedor se hereda? Esta es otra de las preguntas que suelen formularme. Y la respuesta es que no, salvo casos excepcionales. Con todo, uno es dueño de su vida y tiene que construir su propia historia.
Sin embargo, en mi caso confieso poseer fichas genealógicas que pueden, de alguna manera, explicar el espíritu emprendedor que me ha impulsado a incursionar en diversas áreas como los negocios, la política y el voluntariado.
Por ejemplo, Teodorico Terry fue un exitoso agricultor del valle del Nepeña quien, como consecuencia de la guerra con Chile, perdió sus fundos y propiedades. Entonces, organizó el batallón “Cazadores de Nepeña” y enfrentó en varias oportunidades al ejército invasor. Posteriormente, como político accedió al Congreso de la República en dos oportunidades.
Por otro lado, mi bisabuelo, por línea materna, José Abel Montes Sobrino y Piérola, en su condición de ministro de Estado en el Gobierno del presidente Guillermo Billinghurst Angulo, decretó la “jornada de las ocho horas de trabajo”, idea precursora en toda América por su compromiso con la sociedad.
Sin embargo, en mi caso confieso poseer fichas genealógicas que pueden, de alguna manera, explicar el espíritu emprendedor que me ha impulsado a incursionar en diversas áreas como los negocios, la política y el voluntariado.
Cabe destacar también a mi tío bisabuelo, David Samanez Ocampo Sobrino y Piérola, una figura que prestigió la época y que fue llamado para presidir la Junta de Gobierno que administrara el país entre marzo y diciembre de 1931.
A ellos, se suman los tíos Jorge y José Terry Montes, ambos con amplia trayectoria democrática. José Terry, quien fuera director general de Gobierno en el primer mandato del Presidente Belaunde (1963-1968), sufrió acoso político, persecución y destierro durante la dictadura militar que gobernó el Perú en los años 70 del siglo XX. Su pecado: defender la libertad y la democracia.
Por el vínculo sanguíneo paterno, son los hermanos y generales Diez Canseco Corbacho (Pedro, Manuel y Francisco), mis más notorios antecesores. Hombres de fuerte personalidad, solvencia y de extraordinaria lealtad, harían de la carrera militar la actividad de toda su vida. Eran muy parecidos, de facciones duras y mirada penetrante. Desde el primer momento daban impresión de seriedad y circunspección e inspiraban respeto. Sin embargo, en el trato íntimo exteriorizaban sinceridad, cordialidad y afabilidad.
Cuando les tocó actuar, las luchas por la independencia habían terminado y el Perú era un país libre que se debatía en las primeras turbulencias de su formación. En esos tiempos, supieron colocarse a la altura de las circunstancias anteponiendo, por sobre todas las cosas, el interés nacional. El general Pedro Diez Canseco fue cuñado de Ramón Castilla y segundo vicepresidente de la República y, como tal, desempeñó, hasta en tres oportunidades, el mando supremo: 1863, 1865 y 1868.
Teniendo en cuenta los bienes heredados de sus padres, los hermanos Diez Canseco murieron mucho más pobres de lo que podía esperarse.
Carlos Diez Canseco de la Romaña, mi abuelo, nació en Arequipa, el 24 de septiembre de 1880. Sus padres fueron Manuel Francisco Diez Canseco y María Josefa de la Romaña. Fue subprefecto de las provincias de Cutervo, Jaén, Huari y Dos de Mayo y, posteriormente, prefecto de los departamentos de Huancavelica y Huánuco. Fue detenido y desterrado en diversas oportunidades por sus actividades políticas.
Este es, a grandes rasgos, el árbol genealógico personal, que comprende también el enlace matrimonial de mis padres Raúl Diez Canseco Magill (hijo de Carlos Diez Canseco de la Romaña) y Eva Terry Montes (hija de Pedro Terry García).
Como se podrá advertir, los Diez Canseco y los Terry ocuparon siempre un lugar destacado en el quehacer nacional y, por cierto, la política no estuvo ausente en las vicisitudes de la vida familiar. Tal estela atravesó lustros y decenios y llegó hasta mi propia vida. Crecí rodeado de estas historias.