Como ser humano y más como político, una persona no puede estar exenta de críticas unas veces fundadas y otras no. Pero en Fernando Belaunde son más los reconocimientos reiterados a través del tiempo por sus cualidades morales, éticas y como estadista. No se conoce algún cuestionamiento a su honorabilidad ni a su honradez, algo realmente notable en nuestra historia republicana.
Es notable en Belaunde el desapego por las cosas materiales, al punto que cuando dejó Palacio, el 28 de julio de 1985, no se llevó nada que no sean sus objetos personales. Los cuantiosos obsequios recibidos a lo largo de su mandato los dejó bien cuidados “porque son regalos de los pueblos generosos a un presidente que representa a todos los peruanos y, como tal, pertenecen a los peruanos”.
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En el 2001, con ocasión de conferirle la Universidad de Lima el título de Doctor Honoris Causa a Belaunde, la rectora de ese entonces Ilse Witsotzki le expresó su reconocimiento “por sus dotes de estadista unidas a su indiscutible honestidad y su ininterrumpida vigencia y entrega a la causa del Perú”.
Para el exsecretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, Belaunde simbolizó la democracia, la honestidad política y personal, así como la entrega total al desarrollo de la patria.
El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en un artículo publicado en el diario El País de España, el 2002, dijo de Belaunde:
“Decir que no robó nunca, a pesar de haber estado diez años en el poder, es decir mucho, en un país donde el saqueo de la riqueza nacional y la cleptocracia gubernamental han sido prácticas generalizadas, pero todavía es decir muy poco de las cualidades morales que lo adornaron, porque ser honrado era para Belaunde Terry algo tan espontáneo y natural como ser demócrata y amante de la libertad”.
Tomado de El pueblo lo quiso. Raúl Diez Canseco Terry. 2012.