Por Raúl Diez Canseco Terry*
Por muchos años impulsamos la educación emprendedora como el soporte educativo para los tiempos de cambios que vive el mundo. Se trata de un modelo que inculca la generación del autoempleo y del vuelo propio para la consolidación de una sociedad de progreso, crecimiento armónico y desarrollo sostenido.
Estoy convencido de que la cultura emprendedora es, decididamente, la palanca que mueve y moverá al mundo y el ser empresario es la mejor respuesta para crear riqueza y gestarla en beneficio de las personas.
De allí mi compromiso social y ético con la mejora constante del sistema educativo a través del emprendimiento. Se trata de un concepto que fusiona y desarrolla de manera proactiva la ciencia con la emoción, la personalidad y la cultura a la hora de acometer un proyecto de negocios o una iniciativa social.
El mensaje siempre es uno: insistamos en la educación emprendedora para forjar empresarios que cambien el mapa productivo de un país y, al mismo tiempo, formen ciudadanos globales, solidarios y comprometidos con el progreso de su sociedad y nación.
«Estoy convencido de que la cultura emprendedora es, decididamente, la palanca que mueve y moverá al mundo y el ser empresario es la mejor respuesta para crear riqueza y gestarla en beneficio de las personas».
El emprendimiento es fruto de una decisión íntima, basada en las virtudes del emprendedor, factores que impulsan decisiones de riesgo que siempre conllevan una estrategia. Para emprender, debemos tener una estrategia.
Todo ello implica un sueño, una visión, un proyecto de vida y, al mismo tiempo, un plan de vuelo, una hoja de ruta que permita arribar al destino programado.
Si nosotros lo hicimos, ¿por qué no podrían hacerlo otros cientos de miles de personas de cualquier punto del país o del mundo, imbuidas de conocimientos, experiencia y de un inquebrantable deseo de superación?
*Tomado de El arte de emprender, Raúl Diez Canseco Terry, quinta edición, Universidad San Ignacio de Loyola. Lima, 2014.